Cuando terminé el secundario y me gradué, no tenía idea de todo lo que me faltaba por vivir, ni tampoco sabia todo lo que la vida habia reservado para mí. Siempre llevaba en el fondo de mi corazon la idea de que yo estaba destinada para algo grande, algo diferente, algo que me instalaría en otro mundo fuera de este loco y abrumado Buenos Aires.
Soñaba con mundos diferentes al de hoy. Estaba convencida de pertenecer a otro tiempo o a otro lugar en donde no existían ni las obligaciones, ni las rutinas, solo el deseo de vivir con alegría cada minuto del nuevo día. Pensaba en aquel mundo como el único importante si de alcanzar la felicidad se trataba, sin embargo sabía que mi realidad era otra y que debía, al menos, ajustarme a mí presente.
Al pasar de los años, fui descubriendo en mi corazón pequeños momentos en los que podía ver ese mundo tan anhelado y, con un poquito mas de esfuerzo, hasta podía sentirme parte de el. -“nunca debes creer en todo lo que vez, sino en todo lo que sientas”
Esa era una frase que me había marcado desde muy chicha siempre intente ver lo que sentía y vivir solo para fortalecer mis sentimientos, que pensaría esa niña alocada y rebelde, hoy en día si me viera escribiendo sobre todo aquello que siempre soñó.
Cuando chica, vivía planeando viajes hacia otros lugares y muchas veces llegue a preguntarme:
-¿Qué hago acá? Y yo solita me respondía, como para lograr encontrar alguna respuesta que me reconfortara:
- el propósito de tu vida, es vivir simplemente soñando
Será por eso que buscaba miles de actividades para hacer, me hacia de muchas amigas que jugasen a mi alrededor, y era terriblemente enamoradiza.
Es que no encontraba a este mundo la idea de vivir tan rutinariamente como los demás, no concebía un mundo sin ilusiones, sin risas, sin llantos, sin momentos de aprendizaje, por eso es que siempre buscaba mantenerme ocupada, con cualquier cosa, eso no importaba, lo importante era saber que estaba haciendo algo que mi corazón sentía y le gustaba.
No creas que ahora, porque ya estoy mas grande, y cuento con algunas arrugas que delatan mi experiencia, esas ganas de querer conocer siempre mas están aplacadas en mi, en realidad descubro, para mi asombro, que cada día las tengo mas presente, mas a flor de piel.
Pero quiero contarte que tal vez lo que hice aquella mañana, cuando todavía no había aprendido el camino que me llevaba hasta la escuela, fue algo más que un simple momento que hoy, al recordarlo, nos causa gracia, creo que el hecho de pensar que podrías abandonarme, delató ,en el fondo, mis ganas de poder ser libre y a la vez me hizo dar cuenta de todo lo que te necesitaba, pude comprender que a pesar de mi llanto, lo que mas quería era que me guíes hacia mi objetivo hasta que pueda recorrer sola ese camino. Y cuando al fin llegara el dia en que conozca lo suficiente el sendero como para aprender a caminarlo sola, puedas tener el suficiente coraje de dejarme afrontarlo
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Hoy, después de tantos años me doy cuenta que gracias a que tuve una excelente guía es que hoy estoy aquí, porque tuve una maestra que me enseño a vivir pero, sabes que, a pesar de todo yo sigo queriendo y anhelando que seas mi compañera, que me sigas ayudando a caminar, porque tu sabiduría es enorme y nunca es tarde para aprender.
¡A.Cena...desde mi rincon!